Saltar al contenido
Edorta Etxarandio

-LIBERTINAJE DE EXPRESION, MENDACIDAD, Y LO INEVITABLE (y II)-

IMAGEN_ENVIDIA_FAKES_BLOG

La parte primera de este post puedes consultarla aquí:

“Circe Invidiosa” es una pintura de la etapa prerrafelita de  John William Waterhouse, de 1892. En la Metamorfosis de Ovidio, Circe, diosa de la magia, enamorada de Glauco, celosa de la ninfa Escila, para cuya conquista su pretendiente, quien es ignorado, le ha pedido pócima amorosa. Circe se dirige hacia una pequeña cala, fresca y oscura, en la que Escila suele ir a bañarse, y derrama un poción que convertirá a la ninfa en un monstruo repugnante.
La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es Circe-envidiosa-2-519x1024.jpg

La invidia romana (importada traslación del latín al euskera, ezinikusi) funde la diosa griega de la venganza, Némesis, y de los celos, Ptono. Unamuno, catedrático de griego, mantuvo: “los griegos eran envidiosos. Y eran envidiosos los dioses que se forjaron a su imagen y semejanza. Basta leer a Heródoto para enterarse del phthonos, de la envidia, de la celotipia con que los inmortales perseguían a los mortales. Sólo que los griegos, los del ostracismo, hicieron de la envidia una de las principales virtudes democráticas. La envidia es acaso la virtud democrática fundamental, la que no se harta de exigir responsabilidades” (“Más de la envidia hispánica”, Ahora, Madrid, 18.04.1934). La especie de envidia carpetovetónica es precisamente la del vilipendio (de vilipaendere, estimar en poco), de aquel que no puede ver al otro.

El vilipendio, deporte nacional

“Vendada” la incursión ejemplificadora en una diatriba particular, antes de causar herida a las características de este cuaderno, por ese amparo en censurar una grave infección social moderna en el plano general, no es lo criticable la mendacidad voluntaria que me ha tocado un supuesto de libertinaje de expresión opinión aviesa.

El fin a que deriva el bulo industrial es esencialmente antidemocrático: la consecución de una conciencia social acrítica, porque renuncia a una información inteligente, la cual permita deliberar y tomar posición, avasallada por la pérdida del debate, que ha sido sustituido por la incesante colección de datos mentirosos y sus correspondientes silencios, desmentidos, y réplicas mentirosas. Puesto que los contrapesos de la maledicencia de siempre han sido eliminados en el entorno digital, y si tradicionalmente la reacción frente a la mendacidad dependía de los códigos de conducta de los medios de masas para contaminar fuera de un tejido limitado, actualmente no depende más que del comportamiento, sin código alguno, del emisor telemático. No hay barreras, y en las cuestiones de interés general, el receptor termina por buscar la mentira a su gusto, convencido de que no hay una verdad.

Pero ¿qué persigue el bulo virtual para la Red, cuando refiere hechos falsos en un asunto sin más interés que el de una persona, que no es pública en su ámbito profesional y familiar?

Se suele acudir a la envidia, que siempre se ha predicado plaga superlativa de la personalidad ibérica, como dijo Unamuno, lo que más une en identidad compartida a los pueblos peninsulares.

Constatación tan antigua como escribió Ibn Hzam (Aben Házam), el teólogo, filósofo y poeta cordobés de tiempos del Gran Califato, y que preludia el capítulo dedicado a la envidia en “El español y los siete pecados capitales” de Díaz-Plaja:

«Esto es particularmente verdad en España. Sus habitantes tienen envidia al sabio que entre ellos surge y alcanza maestría en su arte; tienen en poco lo mucho que puede hacer, rebajan sus aciertos y se ensañan, en cambio, en sus caídas y tropiezos, sobre todo mientras vive, y con doble animosidad que en cualquier otro país…«

(Risala Apologética traducida por Emilio García Gómez).

El sello de Correos de 12 pta. es de 1986. La Risala (mensaje epistolar) de Ibn Hazm, recogida por al-Maqqarí, fue escrita hacia 1029, a petición de la Taifa de Alpuente, pero no la hizo pública hasta unos diez años más tarde, y por haber fallecido el destinatario previsto, un primo suyo, siendo la misiva a la que responde, del polígrafo de Kairuán, Ibn al-Rablb (muerto en 1038), que reprochaba a los andalusíes que no se hubieran preocupado de perpetuar el recuerdo de sus personajes célebres.

Ibn Hazm, aunque gran ensayista, es famoso por su obra “El collar de la Paloma”, lírica exquisita redactada en 1022, que puede ponerse al lado de los libros sobre el amor más importantes de la literatura, y compararse al dolce stil nuovo italiano, con influencia en el arcipreste de Hita y su Libro del buen amor, así como en la Gaya Ciencia de Guillermo IX de Aquitania y en el mundo de los trovadores.

A mí me interesa sobremanera su discurso sobre el origen del lenguaje, que lo pone en la voluntad de Alá, porque no cuadran las alternativas de la convención humana, del instinto natural, o de las condiciones geográficas. El Creador lo transmitió a Adán en el Paraíso, y luego se fue diferenciando con el tiempo y según las gentes. No cree en la “confusión” babélica, y hay una lengua superior a otra ni más sagrada que otra, pues Dios se ha ido revelando en la Biblia, Evangelio y Corán en distintas lenguas, ni tampoco el árabe, que proceden de un tronco común al siríaco y el hebreo, lo mismo que del árabe se iban diferenciando el norteafricano y el andalusí

Uno de los pecados capitales

Aunque, por los comentarios y citas de Díaz-Plaja, este pecado capital, paradoja del pueblo más generoso, que reputaba al español, más bien se asigna por el canon de los Santos Padres, en cuanto a los pecados capitales, origen de los demás, que por la realidad del defecto propio hispánico, que es el vilipendio.

Ciertamente el vilipendio nace como subproducto de la envidia-emulación, y la supera de largo. Alguien quiere ser como el otro, o por mejor decir, como cree que es el otro. Pero sabe que no puede, y entonces busca que el otro sea menos, y para menospreciarlo, lo vilipendia, lo pondera negativamente, puesto que el vilipendio es un odio trufado de injustificada superioridad.

Se suele rememorar la idea expresada por Fernando Fernán Gómez, por audiovisual, enriquecida con lo que adorna el mensaje verbal:

 

Trastorno obsesivo del perseguidor

La actividad social con más adeptos en el Reino:

  • Es el odio absurdo, la aversión por aquello en que no le va nada a quien oprobia; la imposibilidad del franco elogio o la admiración.
  • La comparación de méritos, que siempre resulta odiosa; la intolerancia con quien destaca: “¡Ya será menos!”.
  • Lo irrenunciablemente banderizo, pues no cabe apreciar una idea o una conducta sin abominar de la idea o conducta contrarias.
  • La compensación del valor de uno con los defectos de otros de su bando o familia; el “piensa mal y acertarás”.
  • El triunfo implacable del “tío Paco, con las rebajas”.
  • La alegría de consolación por el fracaso ajeno o Schadenfreude, que en España tiene su propio eficaz ministro, que ha adjetivado toda una proposición: el correveidile.

En el panfleto virtual del que hago distante relación, se reúne una esencia ejemplar del vilipendio ibérico, que ya se ha dicho fama de estos pueblos antes de que escribieran en castellano, y que lo mismo tiene sus ejemplos en Córdoba que en Gernika.

El vilipendiador acusa de “forrarse” en el paso a la empresa privada. Si el verbo pronominal vulgar equivale a enriquecerse, y no se apunta una razón ilegal o irregular, solo el vilipendio ibérico le concede un sentido peyorativo. En el mundo anglosajón to line one´s pocket mueve a la admiración, o por lo menos al respeto. Si no hay lucro justo, no hay empresa, ni trabajo, ni crecimiento. ¿Es la judicatura una orden mendicante? El vilipendiador no parece admitir más que jueces fuera del mundo, o refugiados del fracaso en él.

La suspicacia del paso de lo privado a lo público

Con independencia de que no sea tan cierto, si precisamente se trata del resultado favorable de una empresa privada por un juez en excedencia voluntaria por interés particular, ¿qué tiene que ver ello con las “puertas giratorias”, otro calco anglicista de revolving doors? Ni hay alto cargo cesante, sino un empleado público, ni la abogacía aprovecha beneficio del anterior ejercicio de la judicatura, ni se provoca ningún conflicto de interés entre la esfera pública y la privada, en perjuicio del primero.

La suspicacia del paso de lo privado a ejercer un poder del estado no existe en el paso del mismo a la carencia de poder. Tampoco se abandona una carrera, como ocurre con los altos cargos políticos, sino que se disfruta de una excedencia voluntaria, como cualquier funcionario, sin el más mínimo privilegio. Éste puede haber para la excedencia forzosa y los viajes de ida y vuelta de cargos políticos, no ligados a la Justicia. La relativa estanqueidad entre magistratura y abogacía, superior a la de otros sistemas continentales, y desde luego a la prácticamente necesaria intercomunicación anglosajona, parece del gusto del vilipendiador, precisamente porque no es digna de ser subrayada para bien de la Administración de Justicia.

No se entiende el solapado denuesto, mediante la mezcla consciente de “grandes asuntos”, entre los judiciales, en que se ocupa una posición, y los de administrador concursal abogado, en que se ocupa otra, de que se desempeñaran durante ocho años tareas de “un negocio que en esos años estaba al alza por la crisis iniciada precisamente en 2008”, y además “con éxito”, según expresamente consigna el libelo telemático. Al vilipendio nacional no le interesan las crisis económicas, ni los negocios arruinados, ni los emprendedores frustrados, puesto que lo soporta de maravilla, pero lo que no soporta es el triunfo, que no pueda ser tachado.

¿Cómo se tacha el éxito?

Pues cualquier cosa vale, e incluso construida sobre hechos falsos, no llega a convencer ni al propio vilipendiador: el narrador se aparta de escena e invoca medios judiciales vascos sorprendidos por la salida de la judicatura, por la vuelta, y por la candidatura a un cargo judicial: es un puro artificio.

Se alude a la supuesta ideología del vilipendiado (por cierto, que todo constitucionalista debiera ser nacionalista, conforme al art. 2 CE): es el gen banderizo. Se busca una asociación del vilipendiado con el despacho de abogados de Antonia Magdaleno, éste que ha funcionado (de 2010 a 2017), pero no cuando se habla, cuando aquélla prestaba servicios en otro despacho (lo mismo que durante 15 meses quien escribe), y precisamente el conflicto interno dinerario levantó el polvo del que, entre el despacho y su abogada, han procedido los lodos de un escabroso proceso penal.

Se menciona -mal, tanto en el número, como en lo que parece pretenderse que es una cita literal- un artículo de la LOPJ -debe ser el art. 390-, para afirmar que es algo para lo que no hay un criterio claro en el CGPJ: ¿una incursión del vilipendiador en la academia de juristas? (debió faltar a la clase en que se explica la eficacia de los acuerdos societarios, en el supuesto adoptados el 27 de julio de 2016, y elevados a públicos en acta notarial, cuya fecha de presentación e inscripción en el Registro Mercantil pertenece a la publicidad y al perjuicio de terceros).

Un trastorno obsesivo-compulsivo

En este caso particular, el vilipendiador lleva su manía hasta un trastorno obsesivo-compulsivo. El vilipendio, deporte nacional, es el instrumento de compulsiones imparables, panfletos repetitivos que, desde pseudoinformaciones, más o menos falsas, según los casos, persigue algunos fenómenos de supuesta corrupción en el País Vasco.

El hostigamiento claramente se endereza frente al partido de la tenaz mayoría política del País Vasco, “en defensa de la ciudadanía”. Semeja una manía persecutoria inversa, en la que el delirio no es el ser perseguido sino el perseguir a quienes se considera que participan o tienen proximidad a la corrupción. Pero no se ha esclarecido por oscuros velos del poder (cuando es lo normal, si se acopian hechos inciertos). No hay obsesión por los casos judicialmente determinados sino más bien por los no demostrados, y entonces, la compulsión de “destapar” las tramas, refugiando las ideaciones en el “buen periodismo”.

Lo que se alcanza es lo que pinta este vilipendiado en esos episodios morbosos del trastorno.

En definitiva, un síndrome obsesivo prosecutorial, que se beneficia del vilipendio, como idiosincrasia general patria, y de los medios electrónicos en red, como propagación universal barata.

Lo que debe agradecerse, es que el menospreciador interesado no pretende, por añadidura, que su maledicencia sea aguda u original, ni contenga valor literario alguno. Esto es, que no pretende hacer honor a la profesión del auténtico periodismo. Y con una humildad, indeseada y forzosa, propale sus mendacidades, sugerencias malvadas, y desnudas ignorancias, de manera ramplona y reiterativa, sin intención formal destacable, y discurso muy corto.


Una de las series de televisión más aclamadas de los años ochenta, Corrupción en Miami (Miami Vice), hizo que el Jai Alai adquiriera visibilidad global, al incluir imágenes de este deporte en la arranque de cada episodio de esta serie.

Precisamente, los cestapuntistas vascos fueron acusados de amañar los resultados para las apuestas, en el punto álgido del Jai Alai, a finales de los años setenta del siglo XX. Y esta mancha para los vascos en Norteamérica, junto con la aparición de nuevas formas de apuestas (casinos de reservas indias, casinos flotantes, internet), consiguieron que el impacto de la huelga de pelotaris de 1988, que duró tres años, y la sustitución en Florida del referente por otros deportes de equipo profesionales, impulsados por los nuevos canales de comunicación, terminaron por postrarlo, y languidece.

Uno de los mitos modernos es el del País Vasco como oasis en el desierto de la corrupción de los partidos políticos españoles, pero los vascos no son inmunes a la deshonestidad. Otra cosa es que la adulteración se haya menos extendida, y no se haya acreditado sistemática, en los partidos políticos vascos, y no valgan para pretender lo contrario la impostura de neuróticos obsesivos

Alquimia perversa: del bulo tóxico particular al medio de comunicación

En la actualidad, el más laborioso hispánico Ministerio de Correveidile, no necesita ninguna movilidad física, y un folleto malicioso se propaga de inmediato por la Red. Aunque lo asombroso, es que una oficina de servicio público convierta un libelo particular en un medio de comunicación, al reproducirlo en primera plana del boletín o dossier de prensa que se envía telemáticamente desde el Gabinete de Comunicación del TSJPV a los jueces y magistrados de la Comunidad Autónoma.

Con esto se ha provocado un daño cierto a la neutralidad de los servicios internos del Poder Judicial en un proceso selectivo basado en una amplia discrecionalidad del CGPJ, mutando el impacto de un libelo privado con hechos falsos e inexactos, destinado a perjudicar derechos de una persona concreta, en el de una torcida información con relevancia general.

En lugar de confinar al vilipendiador obsesivo se le aúpa a la categoría de medio de comunicación, sin que la falsedad tóxica pueda experimentar esta alquimia por cuanto el autor sea periodista. Y con ello, se pierde la confianza, tan necesaria, de los jueces en los responsables de oficina de prensa de los tribunales, nefastos alquimistas.

No se trata de que el Gabinete de Comunicación ejerza una censura previa, sino de que el blog panfletario, lo mismo de un periodista que de un bombero, no es un medio de información, ni ortodoxo ni heterodoxo.

Mentir a conciencia no es igual en un blog privado, que en un medio de comunicación. El control de veracidad por el afectado y aludido se altera, y éste queda traicionado desde dentro. Lo que puede engañar a algunos, ha pasado a intoxicar a todos los jueces, por su propia organización, y cabe induzca a comportamientos que de otro modo no tendrían.

Lo que es un trastorno, lo que es ignorancia, o está equivocado, o simplemente es ridículo, en un entorno digital, y que tiene su enfermizo fin privado, de alarmar sobre la corrupción de los partidos políticos vascos. Se tiene por información de un medio, sin que haya derecho de rectificación porque no es un medio, ni sitio web donde aportar información complementaria, la cual no se tendría a quién vincular.

Al final, puede haber discusión entre lo que es un hecho o una opinión, o si la percepción razonable tendría que ser como lo primero o la segunda (por ejemplo reciente, la descripción de un partido político como de extrema derecha en la televisión húngara, de STEDH de 28 de abril de 2020, caso ATV Zrt v. Hungría); pero no puede haberla entre lo que es un cuaderno de un particular y un medio de comunicación social.

Por ello no evitado lo evitable, se difunde lo que me es perjudicial, es inveraz, y resultaba innecesario.


Descabellado que el vilipendiador con SOC, que piensa y escribe -mal- “a la contra” del partido mayoritario en Euskadi, “para que el poder no campe a sus anchas”, sea dependiente remunerado de la SPRI, Sociedad para la Transformación Competitiva, empresa pública del Departamento de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente del Gobierno Vasco (la de la foto es la oficina para China, donde las cualidades tóxicas serían mejor apreciadas). Si no conozco qué pinta el titular de este blog en las desvariadas tramas de corrupción del PNV, mucho menos qué anima a la directora del Gabinete de Comunicación a convertir en noticia de un medio tales desvaríos, cuando no se ha hecho nada semejante al ser mentados otros miembros de la Carrera Judicial en anteriores de las insufribles entradas del blog del vilipendio

La parte primera de este post puedes consultarla aquí:

Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad