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IV.- La nueva soberanía limitada del nacionalismo ruso post-soviético
–El abuso de los derechos colectivos
Esta guerra antigua, de conquista, acometida por la Federación Rusa en 2022, remedando al Imperio derrocado hace un siglo, que por ello no puede llamarse como es, y que resulta inútil para sus objetivos manifiestos, tiene su fundamento ideológico precisamente en tesis que se trabajaron por quien acabó con el Imperio Ruso, y que, basadas en una inteligencia abusiva de los derechos colectivos, fueron la munición para el acabamiento, mediante la constitución de la URSS.
El principio de la autodeterminación de los pueblos fue ideado por el Presidente de EEUU Woodrow Wilson, para poner una solución jurídica a la I Guerra Mundial y a las futuras relaciones entre los estados que nacerían de la destrucción del Imperio de los Habsburgo. La historia denominó a estas soluciones propuestas por Wilson, los “14 puntos”, los cuales dieron base para la fundación de la Sociedad de Naciones. Concretamente, los puntos 5 y 10 de estos 14 puntos, son el origen de este principio de la autodeterminación
La primitiva Unión Soviética se apropió -en realidad, Lenin ya se había apropiado con antecedencia- de una versión adulterada del nacionalismo de raíz étnica, al servicio de la destrucción de los estados plurinacionales, y la implantación del orden comunista en el mundo. Se sirvió de las minorías étnicas, religiosas, de género, etcétera, supuestamente agraviadas, respecto de las que se fomentaba por los partidos comunistas locales la provocación al estado, de tal manera que la minoría terminara por ser agredida por el mismo, y entonces, poder adjudicarle el rol de invasor-–algo emparentado con el más concepto más moderno de terrorismo de estado-. Entoces surgía un separatismo de una base anti-histórica fabulosa. Así se dinamitaron el Imperio Austrohúngaro y el Otomano, a fin de que nacieran repúblicas débiles y posteriormente oprimidas por el régimen marxista-leninista.
Después de la promulgación de la Carta de la Naciones Unidas, la desaparición paulatina de los territorios coloniales de los estados-naciones europeos, y su conversión en nuevos estados, también fue aprovechada por la URSS. Se amparó enla misma para fomentar el fenómeno de la proliferación en la descolonización de conflictos étnicos, religiosos y lingüísticos en todo el mundo. Un principio que contiene un derecho humano colectivo digno de tutela se empleó torticeramente, y en el seno de la URSS, que era una suerte de confederación, se proclamó el derecho de autodeterminación de los pueblos, con una vocación puramente formal y rituaria, perfectamente vacío, en la construcción del “socialismo real”, que era el ruso.
-La tesis de la soberanía limitada
El derecho de autodeterminación de las pueblos, ya estuvieran en repúblicas socialistas soviéticas, ya en repúblicas populares perfectamente soberanas, constituía pura retórica en el ideario del socialismo real, cuando no servía a que se desmoronasen estados plurinacionales del imperialismo capitalista.
En la última Constitución Soviética en vigor, que fue la del año 1977, en los arts. 70, 72, 73 y 81, se concebía la URSS como un estado multinacional, configurado en base al principio del federalismo socialista “y en virtud de la libre autodeterminación de las naciones y de la asociación voluntaria de las Repúblicas Socialistas Soviéticas iguales en derechos”. Y cada República, conservaba el derecho a separarse libremente de la URSS, de las que se predicaban “derecho soberanos”. Aunque era una teoría contradictoria, la URSS encarnara la unidad estatal del pueblo soviético, agrupando “a todas sus naciones y etnias para edificar conjuntamente el comunismo”.
Leónidas Breznev, Primer Secretario General del Comité Central del PCUS desde 1964 hasta su muerte en 1982, expuso públicamente la doctrina de la soberanía limitada en los países socialistas el 3 de julio de 1968, en el curso de la celebración y homenaje al primer ministro comunista húngaro János Kádár. Esta doctrina, que denunció inmediatamente el Presidente de la desaparecida Yugoslavia, el mariscal Tito (Josip Broz), consiste en la afirmación por parte de la Unión Soviética del deber internacionalista de intervenir en los países hermanos en el caso de que los regímenes socialistas estén amenazados en ellos.
Dos meses después de los acontecimientos de la denominada Primavera de Praga, un artículo de Pravda establecía que cuando hay fuerzas que son hostiles al socialismo y tratan de cambiar el desarrollo de algún país socialista hacia el capitalismo, se convierten no sólo en un problema del país concernido, sino un problema común de todos los países comunistas. Ello sirvió para justificar por Breznev la intervención militar en Checoslovaquia ante el Congreso del Partido Obrero Unificado de Polonia el 12 de noviembre de 1968.
No deja de ser una idea nacionalista rusa, puesto que determina la interpretación auténtica de lo que era desviacionismo, dentro del ámbito socialista. Esto es, de los conceptos de “fuerza hostil al socialismo” y del “paso del socialismo al capitalismo”, y por ello se proclamó por escrito en Pravda, y no en una conferencia internacional.
Obviamente ninguna de las 15 repúblicas de la URSS, a pesar de lo que pusiera la Constitución soviética, pero tampoco ninguno de los estados del Pacto de Varsovia podía salir de él. Y no podían desembarazarse del monopolio del poder del partido comunista local, ni era competencia del gobierno comunista de cada estado pasar del socialismo al capitalismo. Todos los demás países bajo un régimen comunista debían considerarse afectados, y así se justificaron retroactivamente la intervención del Pacto de Varsovia en la Sublevación de 1953 en Alemania Oriental, la Revolución de Hungría de 1956 y la invasión de Checoslovaquia por el Pacto de Varsovia de 1968 para acabar con la Primavera de Praga.
Para la Unión Soviética, las naciones europeas ocupadas tras el reparto realizado entre los aliados y Stalin en el Tratado de Yalta no eran verdaderamente independientes, sino que simulaban serlo ante los organismos internacionales. Sus regímenes políticos, todos comunistas, sus ejércitos y sus economías, se manejaban desde el Kremlin. La soberanía limitada, era la ecuación de defensa del socialismo entre dos estados, uno débil, y otro fuerte. La URSS ejercía el control de la soberanía de las naciones que se encontraban tras el Telón de Acero.
V.- La recuperación del legado soviético
La Federación rusa, que recibió la doctrina Sinatra de la Perestroika, cuando la misma subrogó a la URSS, desprendida de la República federativa rusa de las Repúblicas federadas, que habían estallado desde la retórica a la práctica de su soberanía para separarse. Con el mandato de Putin en el siglo XXI, ha recuperado la doctrina de la soberanía limitada, como base política con respecto a lo que históricamente se incluyó en el bloque soviético. En este punto se canjea la ideología del Pacto de Varsovia, por un historicismo sesgado de la Gran Rusia, de tintes teológicos. La construcción y defensa del comunismo se parangona actualmente con la construcción y defensa de la Gran Rusia, en un continuum con el irredentismo que funciona desde Pedro el Grande. Así, la victoria frente al III Reich se equipara a la victoria frente a la OTAN en Ucrania.
Alemania Oriental se retiró del Pacto de Varsovia tras la reunificación alemana en 1990. El 25 de febrero de 1991, en una reunión en Hungría, los ministros de Defensa y Relaciones Exteriores de los seis Estados miembros restantes declararon el fin del Pacto, que se oficializó el 1 de julio de 1991. La propia URSS se disolvió en diciembre de 1991, aunque la mayoría de las ex repúblicas soviéticas formaron la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) poco después. En los siguientes años, varios de los países del Pacto de Varsovia fuera de la URSS se unieron a la OTAN (Alemania Oriental a través de su reunificación con Alemania Occidental; y Hungría, Polonia y República Checa y Eslovaquia, como países separados). En 2004 los países bálticos que habían sido parte de la Unión Soviética, Estonia, Letonia y Lituania, junto con Eslovenia y Rumania fueron aceptados como miembros.
-Las independencias dependientes
La desintegración de la URSS cursó con violencia, mediante disputas territoriales y guerras locales e internacionales entre naciones antiguas y nuevas, entre los nacientes estados, puesto que el derecho de autodeterminación de los pueblos se había proclamado formalmente en el universo soviético. Mientras que en su contradictor riguroso, la doctrina de la soberanía limitada se había abandonado, y suplantado por la doctrina Sinatra. Ello es resultado de que la previa división territorial de las Repúblicas federadas había sido concebida precisamente para diluir bloques definidos históricamente, y como el mismo derecho de autodeterminación, era de fronteras imaginarias.
Todo se definía por el Partido Comunista desde un “centralismo socialista”, a veces de manera caprichosa. Y así, es cierto que la independencia de las repúblicas que fueron soviéticas conllevaba problemas de étnicos de entidad. El pasar las fronteras teóricas a reales límites de estados-naciones soberanos, encerraban complejas minorías. Lo mismo que el comunismo ruso aprovechó las minorías históricas culturales para desintegrar imperios coloniales capitalistas, el nacionalismo irredentista ruso las ha aprovechado para mantener a los nuevos estados derivados del perecimiento de la URSS dentro de su órbita.
No solo se encuentra presente el ejército ruso en Transnistria, sino en Alto Karabaj, en el que se proclamó la Artsaj, República de reconocimiento limitado, que era una región autónoma de Azerbaiyán, sin continuidad territorial con Armenia. Tras el último enfrentamiento de septiembre de 2020, y último alto en fuego, queda reducido como pequeño enclave controlado por Armenia.
Los mismos casos que en Abjasia, cuya lucha de independencia frente a Georgia se desarrolló entre 1992 y 1993, y se saldó con 10.000 muertos y el éxodo de 300.000 georgianos, que vivían en la región o en Osetia del Sur, en que, después de la guerra de 1990-1991, que se cobró más de 1.000 vidas, Rusia aplastó en verano de 2008 al ejército georgiano. Se sucedieron las declaraciones de independencia de repúblicas en la zona circaucásica, siendo el más famoso separatismo el de 1990 de Chechenia -república de musulmanes wahabistas-, que dio paso a las dos “operaciones” rusas, de 11 de diciembre de 1994 a 31 de agosto de 1996, fracasada, y la liderada por Putin, de 26 de agosto de 1999 a mayo de 2000. Esta última culminó con el arrasamiento de los independentistas y la imposición de un “virreinato” de Moscú para los Kadýrov, y la prueba de fuego de la destrucción violadora de todos los derechos humanos justificada como antiterrorismo (lección de vida para la nueva “operación especial” y la “desnacificación” de Ucrania).
Como heredera del estado soviético, la Federación Rusa ha aceptado con fuerte desagrado, la incorporación de las antiguas naciones del Pacto de Varsovia al bloque occidental. Pero no acepta de ningún modo la incorporación a la OTAN o a la UE de ninguna de las ex repúblicas soviéticas. El caso es que Lituania, Estonia, Letonia, que como Ucrania, votaron su independencia en un referéndum ilegal, desde la perspectiva de la URSS, aunque se han reconocido mutuamente como estados soberanos, y son sujetos plenos de Derecho internacional, se integraron en la OTAN y en la UE.
-Motivaciones para la invasión de Ucrania por Rusia
Dos de las motivaciones para la invasión de Ucrania por Rusia pertenecen a este legado recuperado, con diferentes bases, de la Unión Soviética:
- 1º) El freno a la expansión de la OTAN hacia oriente.
- 2º) La falsa bipolaridad ucrania por la importancia de la proporción de rusoparlantes.
Ni Ucrania, ni Moldavia, formaron parte de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), firmado en Tashkent el 15 de mayo de 1992, mietras que Georgia lo abandonó en 1999, y Uzbekistán en 2012. Esta organización supone una asistencia de seguridad paralela y enfrentada al Bloque Atlántico, y la aproximación de Ucrania, Moldavia y Georgia a la postura de las repúblicas bálticas, choca con la revitalización del principio de soberanía limitada en la Federación Rusa. A su vez se niega el derecho de autodeterminación de los pueblos y se aprovecha del mismo para erigir resistencias separatistas en los estados que plantean pasar a la OTAN, en lugar de abrazar la OTSC. Igual que hizo en su día la URSS con quienes quisieron abandonar el Pacto de Varsovia.
La bipolaridad ucrania, entre ucranianos étnicos y rusos, confunde el porcentaje de rusoparlantes con quienes desearían ser ciudadanos de la Federación Rusa, mediante la interposición simulada, si es preciso, de la ciudadanía de una república popular independiente. Los comicios ucranianos celebrados en treinta años enseñan que la conciencia nacional de Ucrania, con una variedad de importantes minorías, entre ellas la rusa, se encuentra seriamente arraigada, al margen del porcentaje de rusófonos en las distintas regiones.
El detonante próximo de la invasión rusa de Ucrania, y demostración de que la soberanía limitada de la OTSC conjuraría las ambiciones historicistas rusas, sin necesidad de negar la existencia de aquéllas, se halla en el derrocamiento del Presidente Viktor Yanukovich el 22 de febrero de 2014. Después de tres meses de protestas del Euromaidan, precisamente por la marcha atrás en la asociación con la UE, escapando aquél a Rusia.
Las reivindicaciones rusas sobre Crimea, el Donbáss, o la Novorrosiya, se disipaban cuando el régimen de Ucrania sabía que no podía entrar en la OTAN o la UE, y quería eso que sabía. Y en cambio, reaparecen en 2014, con el derrocamiento del “hombre fuerte” prorruso, produciendo la anexión de Crimea y el surgimiento de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk. Y en 2022, al haber anunciado Volomodir Zelenski el 23 de agosto de 2021 la “cuenta atrás” para la desocupación de Crimea por parte de Rusia. Lo mismo que no hay reivindicaciones rusas en el norte de Kazajistán, al mantenerse el Presidente Tokáyev en la obediencia, y así, por primera vez en la historia de la OTSC, los seis estados de esta organización enviaron 2.000 soldados para restablecer el orden, ante las algaradas acontecidas hace poco, desde el 2 de enero de 2022.
VI.- La historia se empeña en la repetición
Por supuesto, la asunción de un orden internacional de fronteras y soberanías formales, pero en el que la potencia que se auto-asigna fiscalizar las decisiones reales de una región, como la Federación Rusa y EE.UU., interviene para reconducir desviaciones de los estados, no es algo novedoso, ni siquiera infrecuente. Lo que provoca asombro en general, acaso admiración en los patriotas rusos, que se sacrifican en este altar de un Dios histórico y racial, detrás del tradicional de la Ortodoxia cristiana ajena a cualquier ecumenismo, es que, resucitando una tesis que llevó a la práctica la URSS, llegando al primer cuarto del siglo XXI, se emplee la maquinaria bélica más avanzada para una guerra de destrucción. Esto es, sin ser defensa, ni siquiera preventiva, frente a una concreta acción armada, en lugar, como no merece la pena señalar los casos conocidos, de las sanciones económicas y el ostracismo político, que no resulta de lo más eficaz, según prueba la historia reciente -no castigan a los dirigentes y generan en el pueblo llano perdurable reacción frente a la potencia sancionadora-, pero que es lo que queda en un mundo que renuncia a la amenaza y a la violencia mediante ejércitos y armadas estatales.
Todo es una repetición de viejos clichés, y cabalmente de aquel sistema que dice el agresor observar en el régimen ucranio, y con el que se quiere acabar: Las reglas son para quien no tiene la fuerza para ignorarlas, y se ignoran por quien tiene esa fuerza. ¿Qué es lo que ha vuelto, de un modo absurdo?
-La supuesta humillación de una potencia
La Alemania del desarrollo del Partido Nacionalsocialista -que llegó al poder sin mayoría absoluta- basaba sus reivindicaciones del Lebensraum en la humillación dolosa infligida al II Reich por los vencedores de la Gran Guerra en 1918. Como la Federación Rusa de Putin -que nuevamente oponiendo la apariencia a la realidad, funciona al estilo de régimen de partido único- basa sus reivindicaciones de seguridad respecto de su “Territorio natural” en la humillación provocada con la desintegración de la Unión Soviética, al aprovecharla EE.UU. y Europa occidental, a fin de “cercar” el estado restante. Todo ello para sumirlo en una crisis económica superlativa, y extendiendo el influjo extranjero en Europa oriental, el Cáucaso y Asia Menor (también aprovechó el integrismo islámico en sus intentos en Chechenia, Daguestán, Uzbekistán y Tayikistán).
-El apaciguamiento
Política de apaciguamiento (policy of appeasement) es el nombre con el que históricamente se conoció la política conciliadora llevada a cabo por Neville Chamberlain como primer ministro del Reino Unido, antes de la Segunda Guerra Mundial. Así, se consintió a Adolf Hitler la vulneración progresiva y sistemática de los compromisos internacionales suscritos por Alemania, con el objetivo de mantener a ultranza la paz, y que no se reprodujeran los horrores de la I Guerra Mundial.
Así, se toleró el rearme del III Reich, la remilitarización de Renania, el apoyo descarado al Movimiento Nacional, sublevado frente a la República española, la anexión de Austria (Anschluss), la ocupación de los Sudetes, y la del resto de Chequia, el allanamiento del Territorio de Memel. Generalizando con los países del Eje, también hubo política de apaciguamiento con la invasión de Etiopía en octubre de 1935 y la ocupación de Albania en abril de 1939, por el Reino de Italia.
Si la política de apaciguamiento es la conducta donde un Estado acepta las condiciones de un agresor potencial en vez de oponer resistencia, con la finalidad de evitar una confrontación armada, es lo que ocurrió cuando el 16 marzo de 2014, Crimea celebró un referéndum para confirmar la anexión rusa que se había producido previa y militarmente, ratificando el siguiente 20 marzo la Duma de la República autónoma el resultado de la consulta popular, por lo cual, la península con capital en Sebastopol se incorporaba a la Federación Rusa, y Ucrania retiró sus tropas de la península el 24 de marzo de 2014. En el caso del separatismo de las repúblicas populares de Donetsk y de Lugansk, en abril de 2014, el apaciguamiento no fue tal, en tanto que no se trataba de una agresión de otro estado, ni de la anexión -que probablemente sí llegue después de la inversión humana y material de la actual conflagración-, aunque la cumbre de octubre de 2015 en París fue la única respuesta internacional, aparte de la condena y en hacer responsable por evidencia a Rusia. Y no significó más que la supuesta retirada de armamento de ambos bandos, tanto norteamericano como ruso. Elegido presidente de Ucrania, Volomodir Zelenski, en diciembre de 2019, Ucrania y Rusia reanudaron las conversaciones de solución al conflicto, pero el calendario aprobado no se ha llevado a efecto.
– Operación militar sin guerra
Una invasión de un estado a otro sin declaración de guerra, y ni siquiera un previo ultimátum, que el contrario no podía aceptar, pero que a nadie sorprendió, precisamente supuso la entrada en Ucrania en 22 de junio de 1941 por las tropas del III Reich y sus aliados, en la “operación Barbarroja” cuando era RSS.
Esta acción violaba el tratado de no agresión mutua de poco menos de dos años antes, suscrito por los ministros de asuntos exteriores de la URSS, Molotov, y Alemania, Ribbentropp, en que fijaban, en cláusulas secretas, las fronteras, mediante las de terceros, para sus respectivas áreas de soberanía. Ocupada Polonia por Alemania al de unos días, su vertiente oriental se cedía a la Unión Soviética, y ésta se apropiaba además de Lituania, Letonia, y Estonia, así como del norte de Bucovina y la Besarabia, de Rumanía. Ello había vengado la humillación rusa de Brest-Litovsk, y apaciguaba a la Unión Soviética, para tener manos libres Alemania en su campaña occidental. La declaración de guerra en 1941 no serviría, como actualmente no sirve, más que a la aplicación de los iura in bello, sin aportar nada al esfuerzo bélico, ni al más importante, que era el la administración de los recursos para soportarlo. Los movimientos de tropas en las fronteras no dejaban lugar a engaño, ni en 1941 ni en 2022, y el caso es que no se quiso creer por Stalin, sin que hubiera nadie que pudiera auxiliarle eficazmente, mientras que Ucrania lo creyó firmemente, ante el escepticismo dominante. Y sin embargo, la desproporción de las fuerzas armadas de la Federación Rusa y Ucrania no dejaba otro margen de maniobra que aguantar.
VI.- Disuasión o persuasión nuclear?
La escalada de tensión entre Rusia y Ucrania, después de la anexión de Crimea, y del conflicto del Dombáss, fue creciendo en la zona hasta que en diciembre 2015, Ucrania impuso un bloqueo comercial a Crimea. Lo que dio lugar a que Rusia rompiera el acuerdo de libre comercio con Ucrania, y la reacción de la Unión Europea fue rápida, mediante el Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la Unión Europea.
Las conversaciones de Zelenski con Moscú no funcionaron, ya que los Parlamentos de las repúblicas separatistas se empeñan en doblar la apuesta. Declararon único idioma oficial el ruso y la escalada de violencia se hacía notar en la región del Dombáss por acciones paramilitares. Además el jefe de la facción prorrusa de Donetsk, Alexandr Zajárchenko, fue asesinado en un atentado terrorista. Posteriormente se celebraron las elecciones en las regiones de Donetsk y Lugansk, y los líderes prorrusos, Denis Pushilin y Leonid Pasechik, arrasaron. Inmediatamente, Ucrania declaró ilegales esas elecciones, y se aprestó a una operación de la Guardia Nacional.
Nada es nuevo: las supuestas humillaciones de los rusos oprimidos en Ucrania, el fracaso del apaciguamiento, y la realidad de las terribles operaciones militares, fuera de cualquier declaración de guerra.
Las propuestas sugeridas, entre lo interesado y lo estúpido, para que Ucrania simplemente acceda a lo que pide la Rusia de Putin, como fórmula de desescalada, en lugar de propiciar la escalada que supone la ayuda militar, además de la humanitaria, y la netamente financiera, carecen de cualquier sentido a estas alturas.
También sabemos que no tiene utilidad cierta la operación militar para Rusia, puesto que ya había consolidado su famosa salida al Mar Negro, su expansionismo de filiación militar se satisfacía mediante los apéndices y enclaves de las ex repúblicas díscolas, Ucrania, Moldavia y Georgia (acaso también Azerbaiyán, y planeando en Turkmenistán).
Lo único que consigue la Federación Rusia, aparte de diezmar sus propias fuerzas armadas, tan mimadas hasta ahora, es una recesión económica por efecto de las sanciones acordadas por los principales protagonistas del mercado, EE.UU., Reino Unido, Commonwealth, y Unión Europea.
– Sanciones vs Guerra Nuclear
Claro que esta sanciones, debido a la dependencia del gas natural ruso de la economía alemana, y de otros estados de Europa central, y la generalización de la inflación paralizante de crecimiento de las demás, al generarse una mengua de oferta de materias primas, y una crisis alimentaria, por efecto de la inviabilidad del cultivo y transporte del granero ucraniano, llevan a pensar que, si el problema, absurdo, es militar, la solución debiera ser militar, sin comprometer las economía y la vida cotidiana de la gente en el mundo. Para eso la apuesta de alianzas regionales de paz y seguridad, y la apuesta por ejércitos profesionales y con un armamento sofisticado, sobre todo por poder seleccionar el daño.
Lo nuevo es que la potencia armada que ataca, Federación Rusa, a un estado menos fuerte, República de Ucrania, es una potencia nuclear; de suyo, la que acumula la mayor cantidad de armas atómicas estratégicas del planeta.
EE.UU. y la OTAN tienen pánico a una excusa para la confrontación directa de su arsenal nuclear con el de la Federación Rusa. Y por ello huyen de que su apoyo militar al estado agredido sea de directa implicación de su personal de combate. Esto envalentona al agresor, a quien la humillación de no conseguir una victoria mediante armamento convencional (véase arriba), interpretado como una especie de apaciguamiento (también supra), incremente la brutalidad hasta el recurso a provocar la hecatombe. Se especula con la utilización de un arma táctica atómica para zanjar la “operación especial”, y se prefiere no pensar en si ello puede quedar consentido por las demás potencias nucleares.
Las manifestaciones al respecto de (i)responsables de la Federación Rusa apuntan a que creen más en una persuasión (eludir la respuesta mediante el uso de la fuerza atómica), que en la disuasión nuclear (eludir el uso por la previsión de la respuesta). La idea de la disuasión nuclear parte de la base tradicional de que la cantidad y calidad de las armas de destrucción masiva determina el poder de represalia y, por tanto, la capacidad de defensa y de respuesta ante un ataque. A ello se aplica la ideología de la intimidación razonable, la cual indica que, si el coste de la agresión es mayor que el beneficio, servirá de disuasión. Si las armas nucleares aseguran una destrucción mutua, un conflicto es menos probable. En este sentido, la utilidad de las armas nucleares reside en no usarlas.
La vulnerabilidad de la teoría de la disuasión nuclear se halla en que, en una situación de conflicto entre dos potencias nucleares, los costes asociados a una hipotética situación de destrucción mutua asegurada deben ser iguales (mutual assured destruction). Esta situación es conocida en inglés bajo el acrónimo MAD, que por lo menos a la mayoría de la gente que reconoce el vocablo, no se le escapa que el mad (loco) puede que precisamente no capte la locura, según se suele decir que no padece una enfermedad mental quien es consciente de sus síntomas. La Federación Rusa, que en estos momentos es la mente y voluntad de Vladimir Putin, debe considerar de igual modo la ecuación de cálculos de costes/beneficios de llegar a desplegar o utilizar su armamento nuclear, de tal modo que la probabilidad de que responda la OTAN, lleve al aniquilamiento mutuo.
Cuando en alguna entrevista periodística, Putin ha subrayado que no concibe el mundo en que no exista de la nación rusa, que debe ser el mejor destilado de la vida del homo sapiens en la Tierra, inquieta profundamente que al absurdo de una guerra ineficaz no llegue a sumar el de una guerra suicida (si Rusia ha de hundirse, que toda la humanidad se hunda).